“Said vino a cambiarme la manera de ser, de pensar y de actuar. Yo era una persona muy estructurada y exigente; con él he desarrollado la paciencia y he aprendido a sorprenderme por las pequeñas cosas”.
Así resume Cristina Requejo el aprendizaje y las experiencias junto a su hijo de 7 años, quien tiene autismo, condición ubicada en lo que se conoce como Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Cristy, como es conocida en el Tec campus Laguna en donde coordina el Centro de Desarrollo Docente e Innovación Educativa (CEDDIE), combina su vida profesional con la de mamá de tiempo completo.
En el marco del Día Mundial de la Concienciación sobre el Autismo, que se celebra el 2 de abril, la profesora y colaboradora del Tec comparte su testimonio.
«El principio fue lo más difícil»
Cristy comparte que el conocer la condición de su hijo la enfrentó a algo que nunca se imaginó.
“Es complicado, tienes sueños, te creas una vida ideal y fácil y te das cuenta de que va a ser diferente, que tendrás que trabajar más que los demás. El principio fue lo más difícil”.
Así recuerda el momento en el que se percató de la situación de Said.
“Yo estaba en un congreso fuera de la ciudad y hacía videollamadas para ver al niño y le decía a mi mamá que sentía que estaba enojado conmigo porque no me volteaba a ver”.
“A los 2 años, decidimos que era tiempo de meterlo a la escuela porque ya teníamos sospechas de que algo pasaba, se ponía muy callado, rechazaba alimentos que ya comía, le hablabas por su nombre y no volteaba”, detalló.
“’¿Señora, su hijo escucha bien? Es que le hablamos y no voltea’”, fue el comentario que le compartieron tras dos días de Said en la escuela, situación que le hizo acudir a un centro de estimulación temprana.
“En el centro nos confirmaron que era autismo; fue la noticia más dura porque nos dijeron que era autismo severo”, afirmó.
Cristy relata que con la ayuda de terapias físicas, de lenguaje y de integración sensorial, Said comenzó a mejorar, pero eso solo la incentivó a ir por más.
“Con las terapias comenzó a mejorar, pero nos dimos cuenta de que su desarrollo iba desfasado y empezamos a buscar más opciones.
“Ahora estamos en un centro que nos brinda equinoterapia, terapia acuática, integración sensorial y nos ayuda muchísimo”, destaca.
Con el esfuerzo de Cristy, Said se mantiene en clases durante la mañana en una escuela regular y durante la tarde acude a sus terapias.