Las celebraciones navideñas giran, en gran parte, alrededor de la mesa. Reencuentros familiares, comidas largas y recetas tradicionales forman parte del ritual de diciembre, pero también pueden venir acompañadas de digestiones pesadas y cierta sensación de exceso. Frente a esa idea de “todo o nada”, las expertas en salud recuerdan que disfrutar de la comida no tiene por qué estar reñido con el bienestar.
La nutricionista y profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, Mireia Obón-Santacana, insiste en que el objetivo no debe ser restringirse ni compensar, sino mantener hábitos sensatos incluso en días especiales. Desde su experiencia, propone cinco pautas sencillas que ayudan a vivir las comidas de Navidad con placer y sin culpa.
El primer consejo pasa por no llegar con hambre a la mesa. Saltarse comidas previas para “hacer sitio” suele provocar justo el efecto contrario, comer más rápido y en mayor cantidad. Mantener las ingestas habituales ayuda a regular el apetito y a evitar atracones que luego pasan factura al sistema digestivo.
También es importante cuidar las proporciones. Aunque el menú sea festivo, reservar espacio para verduras y alimentos frescos facilita una digestión más ligera. Combinar vegetales, proteínas de calidad y una ración moderada de hidratos permite equilibrar el plato sin renunciar a los sabores tradicionales. En el caso del postre, empezar por fruta puede ayudar a reducir el consumo de dulces más pesados.
